‘Rostros’ es la creación efímera y poética de la autora, directora y actriz francesa Nathalie Fillion. Una apuesta por recuperar el tiempo perdido y el contacto real con las personas. Habrá otras dos funciones, durante el Fiav este martes 8 de octubre, en el Teatro Estudio La Quinta Porra.
Daniela Villamarín
Para
ARTERIA
“Me ofrece su rostro, completamente. Con una sola mirada veo que no me oculta nada. Con una sola mirada veo que me lo da todo”, leyó Nathalie Fillion en la negrura de una sala del teatro La Quinta Porra, en el barrio La Candelaria.
Era la primera vez que leía en español. Frente a ella había seis fotografías de personas, todas de espaldas, sin rostro. Fillion las describió, una a una, con minuciosidad: “La piel lisa, los pómulos altos, el gorro en el que desaparecen la punta de sus orejas. Sé tantas cosas de repente sobre él”, dijo refiriéndose al hombre de la primera fotografía.
Por medio de un recorrido poético, con música en vivo y lleno de imágenes que solo podían verse al cerrar los ojos, el espectáculo obligó al público a escuchar, a conocer al otro antes de verlo, a dibujarlo de nuevo en su imaginación.
Rostros llegó a Colombia en el marco del Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá, Fiav, de la mano del Théâtre du Baldaquin, es concebida como una creación efímera. Según la compañía es una apuesta por recuperar el tiempo perdido y el contacto real entre las personas.
“La mirada, la escucha, el arte, necesitan tiempo. Pero la velocidad lo ha invadido todo y eso es algo terrible”, dijo la directora, Nathalie Fillion. Ante la amenaza de un mundo convulso, lleno de celeridad y ligereza, la actriz decidió que su propuesta artística haría preguntas, abriría puertas, cuestionaría al público sobre la mirada y el tiempo, que han desaparecido.
“En esta instalación cada uno puede estar al mismo tiempo solo y con los otros”, explicó después de la función. La directora hacía referencia a la forma en que se habían dispuesto las sillas dentro del teatro: separadas, dándose la espalda, como cápsulas independientes para que cada uno pudiese ser catapultado a su imaginación.
“Estar juntos, pero separados nos permite vivir el encuentro de manera diferente. Aquí es más que un rostro lo que vemos. Sentimos todo. Los movimientos internos, el alma, la esencia, la energía. Claro que nos concentramos en el rostro, pero es mucho más lo que llegamos a conocer”.
Y es cierto. A lo largo de la obra, las descripciones de las caras ocultas tras las fotografías mutan hasta convertirse en pequeñas crónicas de la vida, una demostración de que, a veces, se ve más cuando se escucha.
“Me pareció muy bella la forma en que se van dibujando rostros desconocidos a partir de historias, poesía, metáforas y hasta humor -dijo Isabel Cerón, una de las asistentes-. El ejercicio de ver a una persona que puede estar pasando a tu lado por la calle y empezar a imaginarla en toda su complejidad es maravilloso”.
Juan Álvarez viajó desde Cali para asistir al Festival. Después de que el público se fuera, se quedó repasando las fotografías, como si aquellas espaldas escondieran algo que no había podido ver todavía. “Creo que nunca había tenido la oportunidad de ver un performance tan innovador y tan abstracto. La organización de las sillas, las fotos, las historias tan particulares que te cuentan. Esta es una demostración de que nosotros siempre estamos mirando, pero nunca nos detenemos a observar. Para mí, la obra es una invitación a dejar de ver las superficies y tratar de ir un poco más allá”.
Para Fillion el público es determinante en la creación de la pieza. Aunque fue ella quien escribió los textos de las caras que encontró al llegar a Colombia, y consiguió a una traductora que pudiera adaptar su poesía al español, es el espectador el que debe utilizar lo que se devela y lo que se oculta para construir la historia.
Toda la información de las obras en www.fiavbogota.com