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Con una pantera decapitada Germán Arrubla nos muestra que el arte no olvida

Germán Arrubla plantea una forma de hacer arte que no le huye a la estética ni a la realidad.

Germán Arrubla  toma la tortura y decapitación de Marino López en 1997. /Diego Guerrero-ARTERIA
Germán Arrubla toma la tortura y decapitación de Marino López en 1997. /Diego Guerrero-ARTERIA

Una pantera decapitada está junto a un telón de fondo amarillo oro con tres palmeras. La pantera es negra y su cuello rojo. Al otro lado de la galería 12:00 esta la cabeza en un plato. Tiene las fauces abiertas, en rojo sangre y la cabeza es un balón de fútbol.


Es parte de la exposición ‘El plano dimensional, de la serie naturalezas muertas’ recientemente presentada en esa galería bogotana.

Las dos piezas hacen referencia al crimen de Marino López Mena, campesino asesinado en el Chocó en 1997 por paramilitares, con cuya cabeza jugaron fútbol los asesinos, luego de que le dijeran que bajara cocos de una palmera.


El autor de esta exposición fue Germán Arrubla y el nombre tiene que ver con la decisión del autor de acercarse al arte a partir de una combinación de la estética con una temática que suele ser un poco “oscura”.

Esto no porque sean temas prohibidos o tabú (para algunos podrían llegar a serlo como sexo, relaciones humanas, violencia…) sino porque no estén suficientemente iluminados, porque suelen ser puestos con poco contexto, o de manera documental, como si el objeto en sí mismo resultara provocador de alguna reflexión o perspectiva del autor.

 

Un balón de fútbol  hace referencia a lo que pasó con Marino López. / ARTERIA
Un balón de fútbol hace referencia a lo que pasó con Marino López. / ARTERIA

En lo de Arrubla hay un giro con la presentación de algunos bodegones y el tema de la “naturaleza muerta”, término usualmente asociado a las pinturas de animales muertos.  La muerte en todo caso está ahí con esa manera de mostrar como la naturaleza ha sido afectada (y muerta, de alguna manera) cuando las zonas más afectadas por los grupos armados de Colombia terminaron siendo devastada en su biodeversidad, para terminar siendo tierra para los monocultivos legales o ilegales.

De ahí la asociación de un hombre decapitado con esa pantera negra cuya cabeza por fuera de su cuerpo es un balón, y un personaje que recibe a la entrada con una bandeja negra con  medio balón de fútbol con un coco adentro.

“Quería mostrar cosas que no hubiesen aparecido en otras exposiciones. Entonces, intervengo estos bodegones, que también son naturalezas muertas, para que empiecen a dialogar con toda la estética y como con toda la narrativa de la exposición”, dice Arrubla.

Como suele suceder en sus exposiciones, combina piezas nuevas con objetos viejos, que pueden resultar curiosos y contrastantes.

“Estas son piezas viejas, como el territorio idílico en el que yo crecí, en este ambiente con imágenes europeas. Esto era lo que estaba en los pueblos. Yo crecí con todo esto pero hago una contraposición como de hegemonías”, dice el artista. Se refiere a obras que pueden ser más europeas frente a otras más americanas; unos bodegones de “clase popular” y otros más de “clase alta”, dice. Eso sí, en ninguna de las piezas falta el balón que es un hilo conductor.

“Una de las piezas que a mí me gusta mucho, porque López manifestó a su madre que el día de los eventos tenía mucho miedo. Entonces, por eso pinté esta madera aquí, como en el colchón, que es también otro paisaje doméstico, y la parte simbólica del balón, pero desintegrado, y el coco, porque lo hicieron coger cocos. O sea, realmente, uno parte de la anécdota, pero la narrativa es ya algo que lo vuelve hecho plástico.

 

Este personaje está vestido con sellos de multinacionales /ARTERIA
Este personaje está vestido con sellos de multinacionales /ARTERIA

Explica que no le interesaba tanto tratar el tema de la coca, tras el despojo de las tierras “porque ya es un tema como un lugar común, entonces preferí también ese de la palma de aceite que está más ligado con la experiencia de ese territorio puntual. Los sembrados, cuando ellos volvieron otra vez a las tierras, ellos ya eran peones de los terratenientes que tenían todos estos grandes monocultivos”.

Y al referirse a la pantera decapitada dice: “Bueno, esta pantera es también un poquito como el alma de Marino López, digamos que esta es una representación más estética, y está forrada con cachemir original, pues yo quise que fuera súper. Primero para que pareciera realmente una pantera negra, y segundo, porque el precio de todas estas cosas que pasa, es la opulencia: las grandes marcas de los diseñadores usan sedas, o sea, todo esto tiene que ver con eso, con la comodidad, el confort y los grandes lujos, pero a costa de todo este tipo de eventos”.

 







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