La exposición ‘La caída’, de Ruby Rumié, posee una poética conmovedora y atroz, mediante una instalación de decenas de palomas que yacen en el piso.
DIEGO GUERRERO
Editor
ARTERIA
Decenas de palomas yacen en el piso de la sala principal de la galería Alonso Garcés, en Bogotá. El lugar está en penumbra. Solo lo alumbra una luz puesta en el techo, a dos pisos de altura, dirigida hacia el centro de la sala, y el reflejo de dos videos, uno opuesto al otro, en las paredes cortas de ese sitio rectangular.
Las palomas están muertas. Las personas entran con cautela al salón, incrédulas ante la presencia de tanta mortandad. ¿Será posible? ¿Serán de verdad las palomas? parecen decir los ojos que tratan de enfocar las aves del piso entre la poca luz.
En la imagen del video más grande, del ancho de la pared del fondo, las palomas caen desde el cielo, desgonzadas, inertes, y dan un corto bote en el piso tibio de una plaza cartagenera, donde hay cientos de ellas sin vida, mientras otras congéneres aterrizan a su lado. Entonces, surge otra pregunta: ¿será que las palomas de esa plaza están tan horrorizadas como las personas de la galería ante tanto congénere muerto?
Una instalación que sacude
‘La caída’, de Ruby Rumié es una exposición que que presenta pintura, video e instalación en Alonso Garcés Galería, de Bogotá. Ya esta propuesta se había presentado en el Museo de Arte Moderno de Cartagena y en su plaza aledaña en el 2023, donde la artista utilizó cerca de 500 palomas hechas en tela -que pueden verse como esculturas cada una, si se quiere. El proyecto fue concebido antes de la pandemia.
En la exposición de Cartagena que, dicho sea de paso, contó con el apoyo de NH Galería que representa a la artista, “el concepto principal de este trabajo se inscribe en los afanes y crisis de la sociedad global, en la disciplina del rendimiento excesivo, en la auto-explotación y el padecimiento generalizado”, según la página del Museo.
Pero más allá de ello, esta instalación puede ser vista desde tantos ángulos como visitantes tenga, pues apela no solo a la razón sino también a la emoción.
Vale decir varias cosas que destacan esta exposición como una imperdible para quien guste del arte o de ver cosas que toquen los sentidos, la razón y el alma.
La primera es que la producción es impecable: la luz, las palomas que parecen haber tenido vida en algún momento; el video con una edición y sonido perfectos.
Uno podría decir que se debería dar por hecho que los aspectos técnicos en cualquier trabajo deben ser de calidad pero, desafortunadamente, hay que reconocer que un sinnúmero de exposiciones en nuestro país adolecen de factura. Por eso vale la pena destacar este aspecto.
En el video las imágenes plantean una historia de tal manera que parece funcionar como una continuación de la instalación, como si fuera una ventana a otra sala. y ese es un segundo gran punto.
Lo tercero es que juega con la emoción y la razón al mismo tiempo. ¿Se acuerdan cuando el arte causaba emociones y sentimientos, y no solo era un cúmulo de vitrinas llenas de resultados de investigaciones y vacías de sentimiento?
No es que tenga nada en contra de la investigación y la frialdad en el arte, pero apelar a las emociones con un cúmulo de conocimiento previo es un gran reto que trasciende la investigación misma. De hecho esta obra ha requerido mucha investigación, reflexión y cuestionamiento.
Estar en medio de tanta paloma muerta causa algo en las personas. Nos identificamos con esos animales que, tirados ahí, nos llevan por el asombro, la reflexión, la tristeza, el miedo, la melancolía… hasta angustia dan.
De la instalación podrán decir que no son cadáveres de palomas reales, que son esculturas de palomas muertas, falsas palomas, pero, al fin, el arte es representación, evocación, alegoría; y es bueno recordar que -evocando a Picasso- “El arte es una mentira que nos acerca a la verdad”.
Y sí: esas palomas “de trapo”, son palomas muertas así nunca hayan estado vivas, nos dicen muchas verdades. O por lo menos sacude las “realidades” y una que otra teoría de esas que andan en boga por estos días (ecología, violencia, relaciones del hombre y la naturaleza, etc.).
Un aspecto adicional: en otras salas hay pinturas de palomas desgonzadas y caídas. pobres seres muertos que muestran el oficio de pintora de Rumié. y aquí hay que decir una verdad: con Rumié ha habido una injusticia -y no solo con ella sino con muchas mujeres artistas en este país- y es que por ser mujer, por venir de un lugar específico de la sociedad colombiana, por no ser del ‘mainstream’ del arte nacional, tal vez -incluso- por vivir en otra ciudad distinta a Bogotá, no se le ha dado el reconocimiento que merece.
Como dijo alguien en la sala (no digo su nombre porque no lo autorizó) ahora la van a dejar de ver “como una señora bonita que pinta, porque esta es una instalación impresionante”. Y yo estoy de acuerdo ¿por qué? porque el que entra y la ve, sale tocado en corazón y cerebro, y hasta en la barriga; sale distinto. Y eso es lo que hace el arte.
Algunos hitos en la vida de la artista
Ruby Rumié recibió el primer lugar en la convocatoria abierta colombiana, "Colombian.Image" en 2004 en París, Francia.
En 2016, recibió la beca de la Fundación Rockefeller e hizo una residencia sobre comportamiento humano en Bellagio Lake Como.]
En 2017, Rumié recibió el premio Women Together de las Naciones Unidas en Nueva York.
Ha expuesto en EE. UU., Francia, Chile y Colombia.