Los restos de Fernando Botero reposan en el Salón Elíptico del Congreso de la República, al que no asistió mucha gente el viernes, a pesar de las predicciones. Por el contrario, el Museo Botero estaba repleto de personas que admiraron la obra del artista. Mira la galería fotográfica.
LILIAN CONTRERAS FAJARDO
Periodista
Para ARTERIA
El silencio reinó en el Salón Elíptico del Congreso de la República un par de minutos antes de las 11 a.m. del viernes 22 de septiembre.
Las voces y los sonidos de los instrumentos que entonaban las notas, así como el murmullo de los asistentes mermó y, en medio del silencio, ingresó el féretro con los restos de Fernando Botero, rodeado de integrantes del Batallón Guardia Presidencial. El cortejo avanzó lentamente hasta que se ubicó al frente de la mesa principal del Congreso de la República y abajo del mural “Tres cordilleras y dos océanos”, de Alejandro Obregón.
En contraste, en el segundo piso del recinto todo era agitación. Aunque es común la presencia de la prensa, esta vez no estaban para cubrir debates, escándalos o mociones, sino para registrar las honras fúnebres de Botero, uno de los artistas más importantes del mundo, y quien en este mismo lugar recibió en 2012, por motivo de sus 80 años, la ‘Orden de la democracia Simón Bolívar, Gran Cruz Extraordinaria’, con placa de Oro.
Así lo recordó Andrés David Calle Aguas, presidente de la Cámara de Representantes, quien también dijo: “Nos embarga el sentimiento de nostalgia y gratitud por el legado de arte y cultura. Sus pinturas nos recuerdan porqué apostarle a la paz, a la no repetición”.
Por su parte, el presidente del Senado, Iván Name, expresó: “Hemos despedido a los mortales, a los heroicos colombianos, pero nunca (en el Salón Elíptico) habíamos despedido a un hombre universal (…) un hombre que detuvo el mundo por un instante y no lo hizo con la palabra de la política, del poder, de la oratoria, lo hizo con un pincel y con sus manos”.
El tributo a Fernando Botero contó con la participación del Coro Nacional, con los músicos de la Orquesta Sinfónica y tuvo un corto acto religioso en cabeza de monseñor Sergio Pulido, quien resaltó el valor de la fe y la belleza para entender “la vida más allá de la muerte”.
Así mismo, las directivas de Senado y Cámara leyeron la ‘Moción de duelo’ que fue entregada a Lina Botero, hija del maestro quien, en su discurso, además de agradecer al país por el homenaje, recordó que su padre, para ser un artista universal, siempre tuvo presente lo local, las imágenes de su infancia y adolescencia, y la situación nacional, algo que permitió que personas de culturas lejanas percibieran sus obras con el mismo entusiasmo.
En su intervención, Lina Botero habló de la determinación que Fernando Botero tuvo para ser fiel a sí mismo y a su convicción artística, a pesar de que las corrientes del arte que le tocó vivir tenían puesta la mirada en otros formatos, en el expresionismo abstracto.
Con lágrimas en los ojos, Lina Botero comentó que el artista siempre estuvo pendiente de la situación del país y que, incluso cuando muchos habían perdido la fe, decidió donar las obras que hoy se exhiben en los museos Botero de Bogotá y de Antioquia, en Medellín, y la Plaza Botero.
“Siempre nos dijo que esa fue la decisión más inteligente que tomó jamás porque lo que él donó se le había devuelto multiplicado con creces con algo mucho más importante que el dinero: el afecto y reconocimiento de la gente”, recordó.
A Lina Botero se le quebró la voz al continuar con esta anécdota y el sonido del clic de las cámaras fotográficas invadió el lugar.
“Cuando estaba descolgando las obras de sus propias paredes, dejándolas limpias, le pregunté ‘¿por qué no regalas todo, pero al menos dejas estás?’. Y respondió: ‘Un regalo que no duele no es un buen regalo’”.
Tras los aplausos del público por el sentido discurso de la hija del artista, Fernando Botero Quintana, nieto del pintor y escultor, habló ante el público sobre el miedo que le causa la muerte y sobre lo que ha aprendido de ella en la última semana.
El Congreso abrió sus puertas al público luego, a partir de las 2 p.m. A esa hora, el cielo azul permitía que el sol radiante calentara la Plaza de Bolívar, donde había una fila de personas que esperaban para ingresar al Salón Elíptico, en el que quedaron miembros de la Policía y de la Guardia Presidencial custodiando el féretro.
Tras las emisiones de televisión, radio y prensa en directo, la mayoría de los periodistas abandonaron el lugar. Solo unos pocos se quedaron para ver y captar la reacción del público que no asistió masivamente, como se esperaba, lo que era una de las razones para el homenaje en Colombia.
Y aunque la asistencia no fue multitudinaria, sí hubo quien agradeció poder honrar a Fernando Botero, como Alejandro Vélez, quien viajó de Medellín a Bogotá y por coincidencia se encontró con el evento que calificó como “especial”.
No fue así para Alirio Sánchez, quien conoció a Botero “hace como 50 años” y quedó frustrado por la rapidez con la que toca atravesar el Salón Elíptico, sin poder detenerse para apreciar el ataúd sobre el que reposa la bandera de Colombia, dedicarle unas palabras o tomar una foto para el recuerdo.
Unas carreras más arriba, en la 4 con Calle 11, en el Museo Botero, la situación era diferente porque lo que había era gente visitando cada una de las salas, para apreciar la obra de Botero en sus diferentes etapas, los dibujos, las pinturas y las esculturas, así como la obra de artistas que siendo de artistas renombrados, también donó, por ser parte de su colección.
Tal vez por ser un museo, tal vez por la atmósfera artística o la energía de los visitantes, allí sí había espacio para la reflexión y la admiración. En las salas se vEían personas de todas las edades contemplando cuadros o esculturas, se escuchaban conversaciones sobre las temáticas de las obras o sobre la vida del artista y, en general, se percibía felicidad y agradecimiento por la existencia del Museo Botero y la posibilidad de recorrerlo.
Al final de la tarde, una lluvia corta e intensa cayó sobre el centro de Bogotá, pero no impidió que los visitantes nocturnos de la Plaza de Bolívar disfrutan de la fachada del Capitolio Nacional, que está embellecido con telones que exhiben la figura y obras de Fernando Botero y luces con los tonos de la bandera de Colombia.
* El público puede ir al Salón Elíptico del Congreso para rendir homenaje a Fernando Botero el sábado 23 y domingo 24 de septiembre entre las 9:00 a.m. y las 4:00 p.m. El lunes 25 está programada una misa en la Catedral Primada a las 11:00 y hacia las 12:30 p.m. en el Museo Botero se realizará un acto solemne. Luego, los restos del maestro serán trasladados a Medellín.
Por otra parte, el presidente Gustavo Petro, ordenó llevar la Paloma de la Paz que donó Botero tras el 'Proceso de Paz', que está en el Museo Nacional, al Salón Elíptico.
