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‘Entrecuerpos’: entre lo prohibido y lo liberador

En Mmaison Galería la artista Adriana Cuéllar se atreve a presentar una exposición de arte erótico, un tema que, a pesar de los tiempos que corren, con una gran sexualización de distintos asuntos en los medios de comunicación y las redes sociales, parece seguir siendo complejo de presentar en una galería, por lo menos, en Colombia.

"No es tener sexo, es el deseo lo que cuenta", una frase de Marguerite Duras en un comentario sobre esta exposición, de Érika Martínez Cuervo. /Cortesía
"No es tener sexo, es el deseo lo que cuenta", una frase de Marguerite Duras en un comentario sobre esta exposición, de Érika Martínez Cuervo. /Cortesía


La exposición está compuesta por obras en acrílico, carboncillo, óleo, tinta (también de remolacha) con escenas de encuentros amorosos entre parejas y mujeres que evocan el placer sexual.



Hablando en el podcast ‘Otro Día Más’ de ARTERIA, la artista comentó:

“Me parece sorprendente que la gente se cohíba (con este tema), siento que es contradictorio -dice Adriana”.



En realidad empezó a mostrar su obra erótica por una casualidad: “Una de las primeras obras que hice fue porque tuve que resolver una exposición y tenía poco tiempo. Mi taller quedaba encima de una galería que se llama Salón Comunal y la gente iba a la galería y abríamos los talleres. Puse un montón de cosas y para ver qué pasaba con la gente y según eso escoger qué mostrar. Puse una de estas mujeres como en un orgasmo y empecé a ver que la gente o le daba la espalda o se salía cuando la miraba, o me decía ‘esto está espectacular’. Entonces pensé: esto es lo que necesito hacer, porque está generando algo distinto a todo lo demás. Ese fue el gran empujón”, dice la artista.





Esa fue su primera exposición con algo de erotismo y se llamó ‘Intimo es el terror’. La muestra actual ‘Entrecuerpos’, en Mmaison Galería (carrera 3A # 63-48, en Bogotá) resulta una oportunidad para expresar su voz, una que ha venido elaborando durante toda su vida. Algunos pensarán que su actitud es feminista, pero ella aclara: “Yo no soy feminista. La vida me empujó a hacer estas cosas. Yo quiero tener voz y no sé si con estos género líquidos valga la pena pensar en esto”.


Ha sido, entonces, más bien, un dejarse llevar por sí misma, lo que no quiere decir que haya sido un camino fácil. “Trabajo con poca luz, porque creo que desde chiquita uno anda pensando que lo que hace no es lindo entonces trabajo a oscuras para no juzgarme tanto. Eso fue una cosa que me inventé en la universidad. Invitaba a mis amigos a pintar a mi casa y cambiaba los bombillos para tener luz verde o roja. Viene de no querer tener mucho control”.


En general su modelo es ella misma o fotos de internet, alguna vez con modelo.

En la galería hay un cuarto rojo (pinta con remolacha, luego rojo, magenta…) con obra, según dice, un poco más atrevidas”. El resto de la galería expone obras en tinta negra.


“Creo que mi trabajo es muy liberador para las mujeres”, dice la artista, quien reconoce que algunas mujeres salen escandalizadas de la galería. “siento que es un lugar de liberación. Esto está mostrando lo que yo también he sentido y también hay esa cosa de quitarle el tabú”.



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